Realmente un lujo: un fotógrafo excelente, los libros en ediciones impecables y las fotografías de los paisanos de General Alvear.
Cursaba el año 1958 cuando llega a General Alvear y ya nadie sabe por qué, un fotógrafo de reconocimiento internacional, RENÉ BURRI, que con la intención de plasmar la vida del gaucho recorrió alguna estancia entrerriana y gratamente, la estancia “El Chiripá” de Mathet.
Es así que “sin afeites y con una mirada casi lírica”, Burri legó imágenes invalorables sobre nuestros paisanos alvearenses vestidos con sus ropas características, con sombrero y rastra arreando ganado, revoleando el lazo, marcando potros, maneando novillos o en los descansos, fumando pensativos o tomando mate en ronda de amigos cerca del fuego.
EL GAUCHO SEGÚN LOS POETAS
En realidad son dos libros que se llaman “El Gaucho” y “Gauchos”. En el prefacio José Luis Borges y Juan José Guiraldes dicen que el gaucho es “una especie muy difícil de definir”. Borges dice que la “descripción étnicamente es superflua” y lo define como “el hijo casual de olvidados conquistadores y colonos, a veces negro o indio, a veces es blanco” que “aprendió el arte del desierto y de sus rigores”, enemigo del “malón que acechaba tras el horizonte azaroso, la sed, las fieras, la sequía, los campos incendiados o las inundaciones sin importar nunca su sangre o color de piel porque ser gaucho era su destino”.
Y es cierto: más que por elección, ser gaucho fue un destino. Ignorados por ser pobres fueron sin embargo, la base en las campañas por la libertad, soldados de los ejércitos argentinos y víctima y parte de los años de la anarquía nacional.
No fue un “buscador de tierras vírgenes” con minas de oro como los cowboys de los Estados Unidos pero las guerras los llevaron muy lejos y con fiereza dio su vida por defender la bandera o seguir fielmente un caudillo como Facundo Quiroga o Miguel de Güemes. Al gaucho le gustaba “estar de gusto” templando la guitarra, participando en payadas y estilos, tomar mate junto al fuego o jugar al truco más para matar el tiempo que para ganar dinero y por eso tantas veces lo tacharon de haragán o “mal entretenido”.
El gaucho era pobre pero corajudo y en algunos casos sin intenciones de generalizar, pendenciero y busca roña creando para esos casos la lucha con cuchillo con el brazo envuelto en el poncho como escudo.
EL GAUCHO, SEÑOR DE TODO LO QUE MIRA
Sin embargo, estos ejemplos de gaucho matrero y buscador de peleas no eran la mayoría y en general, como la estirpe gaucha no tenía caudillos, el gaucho seguía a su patrón. El viajero inglés Samuel Heig en 1817, escribe: “No existe ser más franco, libre e independiente que el gaucho” y “sencillamente armado y montado en su buen caballo, es señor de todo lo que mira” aunque según Heig “constituyen una raza con menos necesidades y aspiraciones que cualquiera de las que yo he encontrado”.
Con la cabeza erguida y aire resuelto pero a la vez frágil, acompañado por los rápidos movimientos de un caballo muy bien domado, el gaucho aún en nuestros días representa a la idea más noble de independencia.
Estanislao del Campo lo retrata como el más fiel de los amigos; Ascasubi como buen soldado; Hernández, como el pobre y perseguido gaucho Martín Fierro sin ley ni derechos; Leopoldo Lugones como el gran payador; Guiraldes lo celebra como ejemplo de coraje, libertad y dignidad.
Tal como dice Borges, la imagen pastoril del gaucho ha desaparecido y ahora se habla del paisano de alma gaucha, quizás la mejor manera de nombrarlo, alma que consiguió captar René Burri con sus fotografías.
RENÉ BURRI A LA CAZA “DEL GAUCHO”
Parece increíble que un fotógrafo internacional y realizador cinematográfico que retrató a famosos de todo el mundo haya llegado a General Alvear y más cuando ha recorrido el planeta retratando a grandes artistas como Le Corbusier, Picasso, Giacometti y Barragán entre tantos otros. Hizo reportajes en las revistas más prestigiosas como Look, Stern, Paris Match, Du, Magazin, New York Times; Geo, Fortune, LIFE y con sólo 23 años recorrió el mundo como reportero gráfico de la agencia Magnum Photos.
Burri era suizo nacido en Zúrich en 1933 y falleció en 2014. A los 30 años consigue permiso para viajar a Cuba para entrevistar al Che Guevara en un mal momento pero a pesar de ello, consigue tomarles una fotografía donde se observa el magnetismo del Che fumando un puro con mirada desafiante.
Según sus propias palabras René Burri “nunca se imaginó que iba a ser fotógrafo” y sin embargo, su fotografía abarcó paisajes, retrato político y social, arquitectura, industria; cubrió eventos y conflictos armados como los de Vietnam, Camboya, Oriente Medio, Beirut y África.
A fines de los 50, llegó a “El Chiripá” con la idea de fotografiar a los habitantes del campo, esos “gauchos argentinos tan bien descriptos en el libro Don Segundo Sombra” según él mismo contaba.
PAISANOS ALVEARENSES EN EDICIONES DE LUJO
Realmente un lujo: el fotógrafo, los libros en ediciones impecables y las fotografías de nuestros paisanos de General Alvear. Las ediciones fueron dos y muy caras por lo que en el pueblo hay muy pocos ejemplares siendo uno de ellos propiedad de “Lito” Melo que recuerda lo mucho que le costó comprarlo a su papá, Ignacio Melo, empleado de los Mathet y que se ve en varias de las imágenes.
Una de las fotografías es un traslado de vacas arreadas por las inconfundibles siluetas de los hermanos Héctor y Aníbal Pereira acompañados por Julián (El Vasco) Irigoyen con sombrero requintados, rastra y cuchillos cruzados en la cintura, al tranco, hacia el molino.
En otra se ven de frente cinco caballos al trote… Son José Suárez, Viterbo Arias, en el centro Rodolfo “Macho” Arrúa con boina y camisa clara, Jorge Mario Fortain (el capataz) con gran sonrisa y gorra, y Oscar Fierro con su postura característica y el sombrero negro de ala ancha.
En el momento de descanso, mientras esperaban que el asado se terminara de hacer aparece en primer plano Viterbo Arias, puestero de toda la vida en “El Chiripá”, pensativo con un mate en la mano y al fondo, de frente mirando la cámara, Oscar Fierro, de espaldas con chambergo blando Manuel Martínez y sentado en un tronco adelante del carro, de bombacha y chambergo, don Ignacio Melo, padre de “Lito”. En otra imagen también se ven a Ángel y Manuel Ruiz (también capataz), y a Mingo Girotti vacunando vacas en la manga del Chiripá con gorra, pañuelo al cuello y esas camperas de tela tan características de los años 60.
Una figura de doble página llama la atención con un oficio casi olvidado: el enlazador. La destreza criolla era fundamental en la yerra, el día más importante en el campo, fiesta gaucha por excelencia que terminaba reunidos en la matera o alrededor de un asado. Con el método tradicional se muestra la destreza del paisano Viterbo Arias, don Viter, famoso en el manejo del lazo en plena boleada con el fin de voltear el animal y sujetarlo de tal manera que la marcación se pueda realizar con firmeza. Las únicas herramientas del gaucho en esa ocasión -que incluían el descorne, la vacunación y la castración entre otras actividades-, eran un lazo trenzado hecho con tiempos de cuero, el ojo sagaz y las manos curtidas por el trajín de las labores rurales en la armada del lazo que junto con el movimiento de muñeca, lograba el “swing” que determinaba el éxito del pialado.
También en doble página se observa a José Suárez, el asador, cuñado de don Ignacio Melo, el mago que debía tener el asado justo a tiempo para la hora del almuerzo rodeado de todos los paisanos y en otra imagen, a Ignacio Melo sobre el petiso “Caramelo” identificado por la característica particular del uso de los “estribos perita” y las cabezadas solas, sin bozal.
RENÉ BURRI Y SUS FOTOGRAFÍAS DE GAUCHOS GENUINOS
El escritor Hilario Ascasubi que falleció en 1875, describe al gaucho que vio en épocas de la creación del pueblo Esperanza, como “sumamente experto en el manejo del caballo y en los ejercicios de pastoreo, por lo regular pobre, pero libre e independiente a causa de su misma pobreza y de sus pocas necesidades; es hospitalario en su rancho, lleno de sutil inteligencia y astucia, ágil de cuerpo, corto de palabras, enérgico y prudente en sus acciones, muy cauto para comunicarse con los extraños, rudo pero poético y supersticioso en sus creencias y lenguajes” además de “extraordinariamente diestro para viajar solo por los inmensos desiertos del país procurándose alimentos, caballos y demás con su lazo y las bolas”.
Cuando casi en 1960 llega BURRI a General Alvear ya ese “gaucho pastoril” no existía más, sin embargo quizás fue el momento justo para captar su esencia a través de su lente de artista y profesional y mostrar a los paisanos alvearenses en su más genuina expresión.
Bibliografía:
- Las reminiscencias imposibles de Rene Burri. Recuperado de https://www.swissinfo.ch/spa/multimedia/fotograf%C3%ADa_las-reminiscencias-imposibles-de-ren%C3%A9-burri/35383440
- Burri, René. Gauchos. Singapur. 1994.
- Burri, René. El Gaucho. Muchnik Editores. Buenos Aires. Impreso en Holanda. 1968.
- Lanuza, José Luis y Burri, René. El gaucho. Impreso en Holanda con prefacio de Jorge Luis Borges y diagramación de Paola Mazzeti. . Mucknik Editores. Buenos Aires. 1968.
- Muestra en el Centro Cultural Borges. Las imágenes de René Burri, a la vista de todos en Buenos Aires. 2008. Recuperado de https://www.clarin.com/sociedad/imagenes-rene-burri-vista-buenos-aires_0_ryxXQGA0ate.html
- Caselles, Valeria. El fotoperiodista suizo René Burri expone en Buenos Aires. “En la fotografía se necesita mente, ojos, corazón y zapatos cómodos”. Entrevista. La Nación Cultura. 10 de Febrero de 2008