Javito pelaba un lechón en siete minutos, su hermano un chancho de 200 kilos en 20. Eran dos fieras con el pelambre de las piaras, habían formado la barra lechonera de Los Cuatro Caminos. Terrible aguante del equipo agrario de la Provincia de Buenos Aires. Siempre estaban sentados en las tribunas. Cada uno de sus componentes pesaban arriba de 130 Kg. y para entrar a los estadios debían quedarse quietos porque si no, no había tablones de la tribuna que aguantaran.
El seleccionado de fútbol de Cañuelas había venido a jugar al pueblo con sus viejos rivales, los Alvearenses.
Dentro de la barra brava estaban, como ya les dije, los lechoneros y un personaje morocho, vestido de paisano al que llamaban Tormenta de Verano. Durante el partido este personaje montado en su caballo Pico Blanco, un percherón que asustaba, se había quedado junto a una tranquerita, cerca del banco de los suplentes locales.
El partido comenzó muy disputado, piernas fuertes, insultos y empujones. Cuando habían transcurrido 40 minutos del segundo tiempo ocurrió una jugada que podríamos llamar controversial: Carlitos Ríos apodado “jeta de goma” entró al área rival y se cayó o lo voltearon de acuerdo del lado que se lo mire. Para consideración de los locales no cabían dudas. Era penal. El referí imitando a Lamolina dijo: “siga, siga”. En el mismo instante, que la máxima autoridad del partido hacia ademanes que siguiera el juego, se escuchó un terrible alarido y un rebencazo. El percherón montado con tan emblemática figura entró al estadio a toda carrera. Guacha en mano con una lonja de un metro, Tormenta de Verano no dejo jugador visitante sin atender. Un escándalo. La suspensión de por vida para jugar partidos en esa cancha fue inmediata. La justicia tampoco se hizo esperar dándole al Tormenta y al Pico Blanco una perimetral de 500 metros al estadio.
Los lechoneros permanecieron sentados, tranquilos, mirando lo que para ellos parecía ser un hermoso espectáculo. Matizaron los acontecimientos con dos lechones fríos que había traído Pilín, hermano de Javito, que ni bien empezó la trifulca los sacó y con las manos los fue despedazando y repartiendo justo en el momento en que Tormenta y el percherón entraban en acción.
Roberto Rule
Este cuento me facino!!!
Vi cada escena.
Lo voy a narrar en mi próximo presentación.
Cómo nos tiene acostumbrados Rule!
Exelente escritor que pinta con palabras las escenas rurales!!!!
Gracias, es hermoso!